Si dejas un bote de pintura a un niño en una habitación blanco nuclear lo normal es que no dure mucho impoluta, si intentas bañar a un gato saldrás herido y si dejas acceso a un ordenador a un hiperactivo acabas diciendo sí a calentadas del estilo de esta.
Y es que dije sí, mejor dicho: "si tenemos entrada, vamos" sabiendo que si no imposible, sí iba a ser complicado mover tanta logistica en un día.
La sorpresa se produjo hacia las ocho de la tarde, Colombia acababa de echar a Senegal del mundial y una llamada activó el protocolo: "habemus entrada", compramos los billetes, resrvamos un hotel baratejo y, sin tiempo a nada más (a la mañana siguiente haría el pasaporte, cerraríamos las acreditaciones fifa y otras " minudencias") dimos banderazo de salida a una ilusión que, servidor, tenía desde niño: Ir a Mundial. Moscú, ¡allá vamos!
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